No llores por mi Argentinaaaaa......

Y es que estos tres últimos días en Buenos Aires han estado llenos de despedidas. Nos mentalizamos que el cambio de continente iba a tener sus cosas positivas pero también íbamos a renunciar a muchas cosas buenas de acá. Por esa razón comimos carne en casi cada comida finalizando con un pequeño banquete en La Cabrera, restaurante reconocido por su exquisita ternera, situado en el barrio de Palermo. Comimos bife de chorizo, provoleta, roquefort, chocolate y pan, mucho pan por si a caso no lo volvíamos a ver en meses. Pasamos a despedirnos Roberta, Delfo y Cosmo que viven a una cuadra. Fue gratificante volverles a ver. Nos despedimos de los taxistas porteños de los que nos llevamos un estupendo recuerdo por sus incomparables diálogos, acabando con Ricardo que nos llevó al hostel esa noche y repetimos con él para ir el aeropuerto al día siguiente.

De Buenos Aires 2

Aprovechamos también para ir a ver la Boca, barrio popular de la ciudad donde se encuentra "el caminito", conocido por sus casas de colores y visita obligada para quien pase por Buenos Aires. Se ha convertido en un pequeño parque de atracciones y ha perdido su humanidad pero sigue siendo muy pintoresco. Comimos allí mismo un platito de pescadito rebozado y nuestras últimas empanadas. En la misma Boca pudimos visitar la fundación Proa, donde casualmente estaban dando una exposición sobre Louise Bourgeois y la relación de su obra y el psicoanálisis en "El retorno de lo reprimido". Admiramos también la enorme araña de la serie "Maman" de la que seguimos sus huellas alrededor del mundo.

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Pero el recuerdo mas fuerte que nos llevaremos de éstos tres últimos días en Argentina será nuestra visita al mítico estadio de la Bombonera. Todo lo que rodea a un partido del Boca Juniors es especial, emocionante y sorprendente. Desde la llegada al parking hasta la salida del estadio. Llegamos con dos horas de antelación acompañados de Pablo, nuestro perfecto anfitrión e hincha incondicional. El coche lo aparcamos en un descampado cercano, previo pago por seguridad del mismo auto. Está gestionado, por decirlo de alguna manera, por las mismas barras del boca, grupos de ultras que lo dominan todo en el futbol argentino. Son una mafia que controla desde los bares del estadio, parkings, reventa de entradas y en ocasiones hasta representación de los jugadores. Nos dirigimos después a buscar nuestro contacto para obtener los carnets de socio. En las inmediaciones del club esperamos entre cientos de seguidores y miembros de las barras. La tensión se respiraba en el ambiente y es que para ellos cada partido es una batalla. Vimos un conato de pelea un par de insultos al estilo " la concha de tu madre" y entramos al estadio de la Bombonera.

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Piel de gallina, azul y amarillo por todos lados, cánticos, globos y serpentinas y nos situamos en nuestras localidades. Sentados en una de las tribunas bajas a pocos metros del césped, un poco escorados y bien cerca del gol sur, fuero de la hinchada más radical. El espectáculo iba a comenzar tanto en el campo de juego como en la grada entusiasmada. Iba a ser una noche especial. Se respiraba en el ambiente, cumpleaños del club con 106 años de existencia, partido contra el Estudiantes de La Plata (líder del torneo clausura) con su odiado, por los locales, "la brujita" Verón, 3 meses sin ganar en casa y con el aliciente de ver a un recuperado Juan Román Riquelme y a un Palermo de récord reencontrándose con el gol.

Silbato inicial y todos los sentidos se dirigen a la grada, quieres ver el partido a pocos metros de distancia pero los oídos y la mirada se desvían constantemente hacia las barras. Cantan sin parar, agitando brazos y manos, saltando desde el minuto uno y sin importarles mucho lo que sucede en el terreno de juego. Es en sí un puro espectáculo. Gente colgándose de la grada con vallas puntiagudas, banderas gigantes, sombrillas azules y amarillas. No descansan, a la que llevan diez minutos con una canción a modo de mantra repetitivo, cambian al unísono a la siguiente.
Entretanto el Estudiantes marca su primer gol en el minuto 13 de la primera parte. Pinta mal pero la hinchada a un canta más fuerte para que no se oigan los vítores de los 4 o 5 mil seguidores visitantes que se encuentran en la grada superior del Gol contrario. Finalizando la primera parte el árbitro señala un libre directo a favor de Boca en la zona central a unos 3 metros del área. Riquelme agarra el balón le da un par de vueltas con ambas manos y lo besa. Se dispone a disparar, mira concentrado hacia la portería, avanza tres pasitos y dispara con una rosca imposible a la escuadra izquierda, goooooooooooooool, gol, goooooooooooool de Riquelme y nos vamos al descanso con el 1-1 en el marcador.

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La segunda parte, más de lo mismo, poco fútbol aunque mucha intensidad en cada jugada, y mucha grada, siguen cantando y ale boca alé! Cambian a Palermo que sigue sin ver gol y ya lleva más de 700 minutos, igualando así su peor record, pero no importa la gente le quiere y se lo recuerda coreando su nombre. En ese momento una tromba de agua está cayendo y más de uno en la tribuna se dirige hacia los pasillos cubiertos entre reclamos de algún aficinado que les increpa: " a dónde van?, está jugando Boca!". Llegamos al minuto 40 de la segunda parte y todo el mundo mira el marcador, han tenido ambos equipos un par de oprtunidades pero no mucho más, cuando por la banda avanza el recién incorporado Pablo Mouche y llegando a la línea de fondo pone un perfecto centro para Viatri, sustituto de Palermo quien lanzándose en plancha mete el segundo para Boca. La grada se viene abajo, grita goooool, grita bieeeeen, grita tooooooma, grita....ruge......canta....salta.......es feliz, hoy ha sido una gran tarde de fútbol!
Ya nos podemos ir a China que aquí no nos queda nada por ver!

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