Inolvidable por muchas razones. La primera de ellas fue el reencuentro con Javi Leyva (Xavi) que lleva más de un año viviendo en Vietnam y con el que quedamos semanas antes para vernos en Saigón. Llegado el día nos explicó que había dejado el trabajo en el que estaba y en tres días iría a Bali para un par de entrevistas. No había tiempo que perder y decidimos irnos juntos a Phu Quoc, una isla en el suroeste del país y en la que nos esperaban varias sorpresas agradables. Una de ellas fue conocer a Joan, amigo intimo de Xavi y que trabaja como General Manager en el
Chen La Resort. Como quien no quiere la cosa nos vimos alojados en un resort 5***** delante del mar y con todo tipo de lujos a los que no estamos acostumbrados.
Después de instalarnos en un súper bungalow con todos los detalles posibles, más jacuzzi, bañera, dos duchas, terraza, sofás y una decoración exquisita al estilo Hoi An, nos dirigimos con la vespa y scooters hacia el sur de la isla para comer. Quizás fue una de las comidas más buenas que hayamos probado en Vietnam, en un marco incomparable y en una compañía agradable. El sitio, Chez Carole, un restaurante convertido últimamente en un exquisito hotel delante del mar. De postres, otra experiencia inolvidable, probar por primera vez la moto acuática. Un paseo de reconocimiento con Xavi de conductor, otro yo sólo para irle tomando las medidas a la moto y un amago con Eugenie de copiloto, la cual me hizo volver pasados pocos minutos, no por mi navegación sino por su repentino susto.
El segundo día en la isla fue de reconocimiento. Montados en la scooter y con Xavi de guía particular fuimos a descubrir una playa paradisíaca en el sur de la isla. Cervecita, bañito y comida en la misma playa. Estamos en temporada baja y a parte de los autóctonos del lugar parecía que la isla era para nosotros solos. De regreso, elegimos el camino por la parte oeste para disfrutar de la puesta de sol. La sensación de libertad que experimentamos es difícil de explicar. Caminos de tierra, palmeras en la orilla, cielo rojizo, puentes de madera, otros de chapa metálica y los niños que nos saludaban al cruzar las aldeas gritando al unísono "hello, hello".
Inolvidable fue también circular por el mercado de Duong Dong, la capital de la isla. Montados en nuestras motos, atravesamos un puente de madera con grandes barcos de pesca a ambos lados y rodeados de decenas de motoristas. Circulamos entre las diferentes paradas de fruta, verduras, carnes y pescados. Ciclistas , viandantes, motoristas, todo el mundo tiene derecho a pasear, parar y comprar. Después de tanto estrés que mejor que darse un baño en la piscina del resort......
Gracias Javi, gracias Joan por estas otras minivacaciones dentro de nuestras súper vacaciones. Realmente inolvidable nuestro paso por la isla y el trato recibido. Phu Quoc quedará en nuestra memoria tal como la conocimos, casi virgen, ya que seguramente en muy poco tiempo cambiará. Están construyendo un aeropuerto internacional, están preparando los caminos para asfaltarlos y en breve se instalarán varios hoteles de alto standing. Pero a nosotros que nos quiten lo bailado!
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