De Bagan |
Pedaleamos sin prisas, boquiabiertos por la cantidad de templos que hay en el camino. Pagodas y pagoditas, estupas, estatuas de Buda y naturaleza. Antes de llegar a Sulanami Pahto, pincho la rueda trasera. No importa es todo demasiado bonito como para preocuparse. Aparcamos las bicicletas y seguimos nuestro camino a pie. A pocos pasos del lugar encontramos el templo, son las 6h de la mañana y un hombre en la entrada desperezándose nos saluda y nos abre las puertas. Sulamani Patho quiere decir pequeño rubí. El templo de dos plantas es uno de los mas bonitos de Bagan, por su arquitectura y sus semirelieves. Data del S.XII y su estado de conservación es admirable. Cuenta la historia que fue el rey Shewar..... II quien lo mandó construir después de que en el mismo lugar hubiera encontrado un rubí, que suerte tienen los reyes!
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A la salida en una barraca de bambú se despierta la familia que habita en ella. Los niños empiezan a corretear y un hombre nos ofrece te y algo para desayunar. Le preguntamos que si por casualidad no podría arreglar pinchazos. "Por su puesto que sí, tengo todas las herramientas y parches, cada pinchazo lo cobro a 300 kyats (30 cts)". Perfecto solo tengo uno y saldrá barato. Al final con la ayuda de un paisano del lugar encuentran unos 6 agujeros, no hay problema sigue siendo barato.
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Seguimos a pie un par de kilómetros para visitar Pyathada Paya, otro templo de dos pisos desde el cual se divisa todo el plano de Bagan y sus innumerables pagodas. Por el camino, seguimos en otra época, un par de bueyes arrastran el arado y al campesino que los guía. Mujeres plantan los tallos de arroz con la mitad de las piernas en el agua. Los monjes, con sus túnicas naranjas desfilan con sus cuencos en busca de algo de comida. Nosotros, nuestras bicicletas y nadie más. Subimos a la parte superior de la pagoda, la vista es impresionante, hacemos fotos, nos sentamos, suspiramos y reímos.
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El resto del día lo pasamos entre templos. A parte de los señalados, todos los otros son improvisados. Los hay con cúpulas doradas, otros hechos en piedra y otros en ladrillo. Encontramos en su interior cientos de Budas en diferentes posiciones. Los sentados meditando y enseñando, alguno que otro de pie y otros estirados esperando su nirvana. Los hay originales del S.XI - SXII, algunos restaurados y pintados de nuevo y otros simplemente más recientes.
Nos han dado las 3h de la tarde y no hemos comido, extasiados con tanta divinidad. Hacemos un alto en el camino y degustamos el típico buffet de Myanmar a base de currys, bambú, una pasta de judías agria, jengibre, etc.... El dueño del chiringuito nos ofrece quedarnos a descansar en una de las sillas-hamaca. Aceptamos sin dudarlo. Esperaremos una horita a que se acerque la hora del atardecer.
El lugar escogido es Shwesanadaw Paya, pero esta vez las nubes no han estado de nuestro lado. Un momento de abertura nos permite hacer la foto.
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