Lima, luna llena. (L.L.LL.)

2h de la mañana. Lima. Luna llena. Balcón del hostel Flying Dog con panorámica sobre la plaza Kennedy en el barrio de Miraflores. Me fumo un cigarro. Esta noche no concilio el sueño. Transeúntes, seguridad privada, algún que otro extranjero con síntomas de haber bebido. Gente local que después de cenar se van a tomar una copa en algunos de los pubs de la plaza. Taxis, muchos taxis dando vueltas y haciendo sonar sus cláxones de forma intermitente, pi, pi, para llamar la atención de algún posible cliente. Policías haciendo ronda bien en motos bien en coches con las luces multicolores siempre encendidas. Algún que otro homeless posicionándose para pasar la noche en cualquiera de los bancos del parquecito.

Los dos guardas de seguridad contratados por la asociación de vecinos charlan, no puedo oirles. Uno de ellos se acerca a un portal silbando. Agarra una botella de agua y se dirige a los bancos de piedra de su zona para regarlos con un fino chorro de agua. Finalidad? Que los homeless de la zona rehuyan de estirarse en ellos. Evitar problemas de antemano.
Un grupo de unos 6 niños y una niña de no más de 8-10 años revolotean por la zona ajenos a las malaspintas que circulan sin dirección fija, pasando dos y tres veces por delante de mi balcón. Soy un espectador silencioso e invisible. Los niños que horas antes han estado vendiendo chicles y caramelos o simplemente pidiendo alguna moneda, dormirán al raso sin lugar a dudas. Unos de ellos saca de la mochila tres pequeños anoraks y los reparte entre los amiguitos, empieza a hacer fresco. Son las 3h de la mañana. En un despiste del guarda saltan al interior del parque de juegos infantil rodeado de una berja. El guarda se percata, los niños se tumban al suelo. Demasiado tarde, llega una moto de la policía y empieza la minipersecución por el parque. Los chavales corren, ríen, miran hacia atrás, son conscientes de que nunca les atraparán, es su terreno. Se dispersan, los pierdo de vista.

Sigue pasando gente, cada vez un poco más bebida. Peruanos y turistas se van retirando. Pasa una pareja de unos 50 años de edad cada uno, van cargados con bolsas. Seguramente han estado vendiendo empanadas, artesanías, tabaco o agua hasta esas horas de la madrugada. Andan despacio, vienen de frente a dónde yo me encuentro, se les ve cansados. En cuestión de segundos, zaaaaas, se bajan tres gorilas de un jeep con cristales oscuros y se abalanzan sobre la pareja. Llevan chalecos antibalas en los que se lee Seguridad Nacional en las espaldas. Les estiran de las bolsas. Tanto el hombre como su mujer no dan crédito. La mujer chilla. El hombre no suelta los bultos pese a que cada uno de los secretas le sobrepasa en envergadura y fuerza. La mujer acaba soltando el suyo y gritando que tienen un niño enfermo. Los pocos que deambulan por el lugar miran estupefactos. El guarda de seguridad observa de lejos. Finalmente sólo se llevan un bulto y el hombre consigue vencer quedándose con los dos restantes. Cara de rabia de los gorilas. Se retiran hacia el 4x4 ya que está en medio de la calle y se está percatando demasiada gente de la algarabía. De repente, llegan dos chicas de unos 30 años, que minutos antes estaban paseando y teléfono en mano se ponen delante del vehículo a grabar la matrícula y las caras de los asaltantes. Éstos arrancan a toda velocidad llevándoselas casi por delante. Ellas no dejan de grabar y se van por un policía que llega con sirenas a la escena. Le siguen grabando y pidiendo explicaciones de el por qué del asalto,(eso si que lo oigo) que no tienen derecho, que la pareja estaba paseando y no estaba vendiendo nada en ese momento. El policía se hace el sueco, observa y se da media vuelta. La pareja sigue en estado de choc. Acompañan a las chicas, que según ellas son de una asociación cívica en defensa de no se qué. Seguramente se dirigen a denunciar los hechos.
Pasa otra pareja en estado etílico, se para un taxi, les huele y se va sin ellos. Los homeless han tomado posiciones en bancos secos más alejados. Pasa el camión de las basuras y la noche se va durmiendo a las 4h de la mañana coronada por la Luna Llena, espectadora silenciosa como yo de una noche cualquiera en un barrio alto de la capital.

De Lima